En las últimas décadas, el centro del negocio de muchas empresas ha sido tomado por asalto por sus departamentos de tecnología, una tendencia que se expresa especialmente en los presupuestos que se destinan a este sector y en la forma en que crece su tajada en los gastos e inversiones de las compañías. De acuerdo con la consultora IDC, en 2014 las mayores empresas gastaron 895 mil millones de dólares en tecnología de la información, aproximadamente un tercio de sus presupuestos, además de que nueve, de diez, incrementaron su asignación para IT de 2013 a 2014. Ésta es una tendencia que arrastra a todo el espectro y que lleva mucho tiempo gestándose.
En las décadas recientes, muchos negocios consiguieron incrementar su productividad al respaldar sus operaciones con sistemas automatizados de información. Inventarios dinámicos, atención en línea, análisis instantáneo de datos; éstos y muchos otros beneficios se han reflejado en incrementos en los márgenes de ganancia y en la competitividad, así como en la apertura de redes de distribución que antes se consideraban exclusivas de las organizaciones de gran tamaño. Una de las razones por las que los servicios que ofrece la infraestructura tecnológica se han vuelto el eje de tantas operaciones es porque dan flexibilidad y agilidad a casi todas las actividades: planeación, distribución, comunicación, registro, promoción, etc. Los proveedores de IT trabajan continuamente para ofrecer equipo físico y aplicaciones informáticas que respondan al mayor rango posible de necesidades de sus clientes y éstos valoran su inversión en términos de esta versatilidad. A cambio, ha sido necesario que los negocios comprometan una cantidad creciente de recursos, materiales y humanos, en esta nueva área: salas exclusivas para los servidores; sueldos para empleados de todos los niveles; compras de equipos que tienen una depreciación inevitable y casi impredecible; gastos de capacitación y mantenimiento, sin contar riesgos de alto costo. ¿Es imparable esta tendencia? ¿El gasto en IT seguirá creciendo sin control?
Si sirve para todo, no sirve para nada
Si bien las tendencias indican que IT reclamará trozos más grandes de los presupuestos, también hay un cambio notorio en cómo invierten en tecnología las empresas. La multifuncionalidad de la tecnología es producto de una serie de recursos disponibles que el proveedor factura aunque el negocio no llegue a utilizarlos jamás; por ello, en el mercado de la tecnología, los CPU, la paquetería informática, los routers, el cableado y los sistemas de seguridad, integran aplicaciones y capacidad de las cuales el cliente sólo usará una porción reducida. En cambio, no sólo pagará por el equipo y la instalación, sino tendrá que invertir recursos en su alojamiento, mantenimiento y desarrollo.
La nueva filosofía de inversión en IT busca limitar la inversión a los costos necesarios para la organización y reducir —en todos los niveles posibles— el apalancamiento que la infraestructura tecnológica ejerce sobre el presupuesto. Por ejemplo, en vez de desarrollar y pagar un equipo destinado a resolver la gran gama de problemas que pueden suscitarse con el equipo informático, desde los elementales hasta los más sofisticados, la inversión puede concentrarse en el desarrollo de prácticas y recursos que eleven la rentabilidad de cada área de la compañía, mientras se delegan las tareas no especializadas a terceros, especialmente aquellas que sólo son requeridas de manera periódica y puntual.
Fuera y adentro
Una de las expresiones más ilustrativas de este cambio es el empleo de la nube para satisfacer las necesidades de cómputo. Mientras todavía algunos sólo asocian este esquema con los servicios de almacenamiento de datos a través de internet, son muchas las empresas que, al satisfacer sus principales necesidades de cómputo mediante la nube, han conseguido destinar más recursos a sus operaciones más rentables. De este modo, además de respaldo o almacenamiento de datos, es posible gestionar desde la nube toda clase de operaciones: bases de datos, inventarios, atención a clientes o servicio a dispositivos portátiles; incluso es posible desarrollar e implementar aplicaciones específicas.
Que los datos más relevantes de la compañía estén fuera de sus instalaciones y sean gestionados y cuidados por personal ajeno es una idea contraintuitiva e inquietante en la lógica de otros tiempos. Sin embargo, los proveedores de servicios de nube —además de implementar estándares de calidad y de seguridad, así como servicios de verificación— ofrecen alternativas como la nube privada, en la que los recursos contratados están comprometidos exclusivamente con el usuario.
La seguridad de los equipos y la información es un elemento presente en la planeación de cualquier empresa; conforme las operaciones descansan más en el manejo computarizado, los costos de un posible accidente, o de una destrucción total, se vuelven imposibles de soslayar. Al mismo tiempo, los tipos de amenaza se multiplican y se hacen más sofisticados, lo cual fuerza a las compañías a dedicar recursos y tiempo considerables a la adquisición de defensas y al desarrollo de prácticas que las protejan. En este sentido, el compromiso del proveedor de servicios de nube de seguir elevados estándares de seguridad puede relevar a la empresa de esta carga.
En el entorno de cómputo conocido como nube privada, la organización tiene control absoluto sobre el equipo contratado, ya sea que éste se aloje en una instalación externa o que sea emplazado en las oficinas propias. Con esta opción, la empresa se beneficia al mismo tiempo de la flexibilidad y la escalabilidad de los servicios de nube y gestiona directamente la seguridad de sus recursos.
Quizás la tendencia creciente en los presupuestos de IT no cambiará en los próximos años. Sin embargo, los servicios de nube ofrecen opciones que permiten a los negocios destinar sus recursos únicamente con las operaciones de IT que generan plusvalía y evitar que la tecnología misma se convierta en un lastre para sus beneficios.
¿Dónde está mi empresa?
Las siguientes cinco preguntas permiten a las empresas cuál es la posición de su presupuesto de IT:
- ¿Qué porción del presupuesto de IT (PIT) de los últimos 3 años se destinó a equipo sujeto a depreciación?
- De las horas de capacitación del personal de IT, ¿cuántas se destinaron a áreas específicas de la actividad de la empresa y cuántas a operaciones básicas o de mantenimiento general?
- Si se compara la porción del PIT respecto del presupuesto total durante los últimos años, ¿cuál es la tendencia? ¿Crece o disminuye?
- ¿Cuáles son las prácticas de seguridad tecnológica de clientes y proveedores? ¿Son mejores o peores que las de la empresa?
- ¿Cuáles fueron los costos imprevistos en IT más recientes? ¿Cuál fue su impacto en dinero, trabajo perdido, tiempo de recuperación y atención a clientes?